Sin engaños

El joven Wanabi tenía muy clara su ambición: hacerse rico, poder mandar a sus anchas y ser la envidia de la raza.

Para eso hizo lo que tenia que hacer, lo que hizo el joven Winner: hacerse el licenciado, conseguirse con saliva una buena chamba, comprarse a plazos una nave seminueva para levantarse una morra bien pedorra.

Lo que necesitaba era verse de veras valedor… parecerse al joven Winner.

Se consiguió de churro, gracias a un primo suyo y del Winner, una chamba de asistente de licenciado. Con su primera raya se inscribió al gym de una colonia algo cara y se puso rayado a jalar duro…al rato ya andaba todo mamado de todos lados. Se sentía bien mamey, potente y a toda madre, pero el sueldo no le alcanzaba panimadre.

Wanabi sabiéndose abusado, encontró en la tranza la manera de sacar lo que el creía se merecía y no conseguía por la buena en la mala chamba que tenia. Al poco rato, juntó lo que quería y ya namás le faltaba pasu querida, una nena bien y de buen ver pa presumirla en la plaza comercial de moda.

La Bubis se dejo seducir bastante fácil por bastante poco. Mucho le podía la facha de Wanabi, sus entalladas prendas, su pulcro aroma a lavanda, su relamido luk, sus hartas juerzas para no dejarla ir fácil y sobre todo a La Bubis le ilusionaban las vueltas en su carro celestial.

La Bubis nunca conoció la casa que el huevón de Wanabi vivía con su madre sin pagarle renta, porque siempre había un buen pretexto para no dejarla ir, pero a pesar de las faltas de respeto, algo le decía a La Bubis que Wanabi era su papacito de novela, su príncipe azul celeste.

Paso lo que paso y La Bubis sin ser niña bien ni de buenas costumbre se hizo novia del Wanabi, quien para entonces ya se andaba pedaleando también a La Ticher del gym, quien por mucho era la mejor nalga al alcance y a la redonda.

La Ticher, una güera desteñida, guerrera aferrada, madre soltera, con sueldo y sin macho, andaba buscando mucho cariño y de preferencia algún padrastro para su pequeña.

La Bubis, una morena desteñida, obvio de buen busto y mal gusto, tonta en apariencia y abusada por complacencia, hija de padre ausente, andaba buscando patrón eventual o novio de planta.

El Wanabi tenía el dilema de que La Bubis lo quería comprometer en su mejor momento, sabiendo él, que si se amarraba en su mejor momento se le acababa el alegre cachondeo.

De ninguna manera era buena idea enredarse con nadie… nada, ya mero juntaba pal enganche de una nave más nueva, en la tranza seguía mamando cada vez más sin que nadie… nada…también sin compromiso se había enganchado ya a la de cobranzas quién ilusionada le cubría el trasero.

El Wanabe se sentía ya casi como el Winner … pero algo le faltaba.

La Bubis se sentía con nausea y algo se temía.

FIN

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