Libres y capaces

“Los hombres comúnmente nos vamos de hocico y dejamos de dar la cara, por lo dicho sin vergüenza, a las mujeres pretendidas.”

Las jóvenes, ahora escépticas, sin compromiso más que con ellas mismas, están tomando conciencia y control de su realidad autónoma, aunque algunas mantienen la ilusión de encontrar compañía y contención de algún tipo, se encuentran casi siempre con varones de poca monta, que se refugian cobardes mantenidos por sus madres abandonadas. Madres complacientes con ellos pero recelosas con ellas. Progenitoras que chantajearon y maltrataron a sus hijas hasta ahuyentarlas de la casa. Despreciadas por ser desgraciadas, desagradecidas,  desobligadas y ultimada mente, por no someterse al quehacer doméstico y a resistirse de aportar dinero para mantener a sus hermanos de huevones.

Estas mujeres actuales; aburridas de los textos y pretextos de los muchos machos maricas, insolentes que las merodean desde la comodidad virtual de las redes antisociales,  terminan acomodándose solas o acompañadas de otras igual de valientes, o con sus perros fieles, o ya de perdida junto a caballeros que por lo menos las respeten y que no les cueste mantenerlos. Y, si las guerreras lo deciden, que éstos cincuentones reciclados les ayuden a criar a los chamacos encargados.

En la calle se nota que son ya más que sus opuestos, esos que se quedan ocultos bajo la falda de sus madres y si si se atreven, salen, pero del closet. Se les ve mayoritarias, transitando confiadas de sí mismas, a pie o en vehículos sin emisiones, temerarias avanzando a través del misógino caos cotidiano. Van emprendiendo con convicción y empeño, decididas a salir adelante por su cuenta, por mérito propio, sin dejarse ayudar por nadie que se las quiera cobrar después con algo.

Se les ve felizmente andando solas, contentas y orgullosas de ser libres y capaces de lo que sus madres nunca imaginaron.

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