Conocido sujeto invitado a una reunión, se sale de la sala a servir un trago, cuando se da cuenta, que él mismo, se quedó atrás hablando con sus amigos y desde ahí apartado, se escuchó ajeno a la farsa que contaba.
Desconcertado y por pena propia, decidió no regresar a la reunión aquella. El dilema era, que quien se quedaba en su lugar, no representaba lo que pensaba de sí mismo. Y por lo mismo, el extraño ese era un impostor de su verdadera persona.
Se quedó un rato inadvertido, apartado de la escena en curso, cuando por lo que alcanzó a escuchar, se percató que los amigos de aquel farsante que lo malinterpretaba, no lo contradecían en nada y consentían todos los disparates que decía.
En medio de semejante desconcierto y sin que nadie lo notara, se salió sin despedir, de la penosa situación en la que se encontraban.