San Gimignano del Medioevo

Semejante soberbia

evidencia de enorme carencia

invidencia que causa demencia

soberbia

semejante dolencia

                               del Autor

Cuenta la historia que en La Toscana, hoy norte de Italia, en el siglo XIV se vivía, a pesar del oscurantismo, a todas luces el esplendor medieval.

Era San Gimignano una gran ciudad de vocación comercial por encontrase en el cruce de caminos de Venecia y Florencia, y sobre todo por su generosa tierra de azafrán de donde sintetizaban milagrosamente poderosos afrodisiacos.

Los encumbrados mercaderes de ésta moderna ciudad, competían por demostrarse supremacía económica y poder absoluto, edificando altas torres desde donde podían ver cada quien sus feudos y a distancia vigilar sus intereses.

Uno de ellos quien se ostentaba el más pudiente de todos, Enrico Danielli, como fiel güelfo se arreglo con el Pontificio y logró que le bendijeran una esencia de azafrán pirata como remedio al desencanto de amores plebellos.

La pócima se vendió entre los creyentes como pan caliente, y con las ganancias después especulo con usura en el negocio de la tierra y en uno de los acostumbrados embargo se hizo del mejor predio de la ciudad.

Fue ahí donde encargo a un conocido escultor y arquitecto Francesco Talenti proyectar una torre majestuosa como símbolo de la aspirada autoridad suprema, lo que en la época se conocía como Dominium Mundi lo que anhelaban por igual la Iglesia y el Imperio.

San Gimignano llego a tener dentro de su perimetral muralla más de 70 torres, todas de  altura parecida lo que a vistas emparejaba la cínica competencia.

Esta insaciable obsesión de levantar torres cada vez más altas contrastaba con la imposibilidad, cosa rara,  que tenían estos poderosos caballeros de procrear herederos varones y con dificultad, algunos ya cansados conseguían solo doncellas. Rara condición que causo un grave problema de trascendencia.

Las preciadas doncellas, sin hermanos y sin limites, se volvieron de naturaleza exótica y de temperamento tempestuoso, algunas bellas, otras no tanto, todas ricas terminaron compitiendo por los inexistentes mancebos disponibles.

Fue entonces que haciendo honor a su aguerrida herencia, tal cual y como Honoria quien un  siglo atrás provoco a Atila el emperador de los barbaros, ofreciéndole su cuerpo y alma en matrimonio por joder a su padre Marciano quien advertido y apresurado lo pudo detener, no se sabe bien como, antes de cruzar el Danubio. Pero cuenta la historia que Atila años después volvió belicoso por el tributo que Marciano prometió a cambio de olvidarse de Honoria y apaciguar su furia.

Esto siendo ya historia, y regresando a la edad media, el caso es que en San Gimignano en esos días la primogénita del mentado mercader, la Duquesa Revira, honrando la memoria de Honoria, y con algo de delirios de elixir de azafrán, se le ofreció toda y con todo y herencia al mismísimo sirviente de Dante Alighieri quien despachaba entonces, en San Gimignano, como embajador de la Lega Guelfa en Toscana.

Cuando Don Enrico se enteró, emulando a Marciano le fue a suplicar al Señor Alighieri que disuadiera a su dócil sirviente de nombre Virgilio, escudero del Ufficio dello Zafferano,quien ya sabía de oídas que la joven duquesa lo quería hacer suyo.

Alighieri entendiendo el apremio de situación accedió a distraer a Virgilio a condición de que el agraviado, séase Danielli,  le confesara lo que significaba estar allá arriba, encumbrado el sólo, en su soberbia torre aquella.  

Fue de esa confesión y de lo que resulto después, que Alighieri saco el cuento del Infierno de La Divina Comedia.

F I N

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