pura vida

Mi recuerdo más significativo de Pancho Córdova es una mezcla de 3 vibrantes y fantásticas imágenes: Una. Del fondo escénico. Su fabulosa presencia en el cine, trayectoria hasta hoy al aire en la tele de cualquiera de los que me pudieran estar leyendo.

Dos. De la energía protagónica del popular tíoabuelo Actor y de mi también aspirado* tíoprimo Pancho, su hijo, mi más cercano modelo a creer, dentro del extra ordinario ambiente sencillo y relajado de la familia de mi sabia y hermosa Madre.

Y de último. El querido viejo olvidado que me devolvía en pelotas, tapado con cobija ajena, la patrulla en turno, cada de vez en cuando al portón azul del conocido domicilio.

Su legado familiar ha sido una enorme fortuna derrochada con mucha clase y las familiares escenas de ingenio y figura. Su herencia material, por fortuna para mi, fue un añejo escritorio de carácter y aroma singular, que quedó abandonado  en su desordenado estudio de aquel tropical tapanco de la colindante residencia de la familia Cordova y que de rebote por sobrinonieto y vecino de a lado pude recuperar y hacerlo mío desde entonces.

Heme aquí 50 años después en el mejor PH del planeta, escribiendo estas presuntuosas líneas en la casa que fuera de Héctor Espino en su mejor momento, justo en el mismo escritorio que inspiró a mi tío abuelo Pancho Córdova a escribir entre muchas otras obras el genial guión de la celebre película El Cara Parchada ***, que pocos lo saben pero fue la que hizo famoso y solvente a su ilustre protagonista “Clavillazo”.

Casualidad o causalidad?* Me inclino lógicamente por la segunda.

Bueno, lo que estaba yo escribiendo era un cuento fantástico en dónde un sofisticado protocolo acontecido, ó tal vez podría estar siendo, un algoritmo imaginario que se sucedía con la razón o explicación de cada objeto que me pertenecía por supuesta casualidad, que después fueron causalmente correspondiendo, cada cosa en su lugar, en un espacio dado y a un tiempo perfecto dentro del infinito universo que se iba desdoblando frente a mi.

En fin resulta que en la última revisión del escrito del cuál les hablo y de su contenido, decidí intentar contextualizarme y buscar la película producida en 1960 y escondida desde entonces en lo que sería después Google en 1998.

Después de varios intentos fallidos, encontré y entré al link del video que en el buscador parecía ser el correcto… y al instante se desplego un gran aviso del tamaño de toda la pequeña e indefensa pantalla de mi MacBook Pro en sus últimas, ADVIRTIENDO… ACTION REQUIERED… algo así como que se acababa de meter un mal ware a mi hard ware y que, en mal plan, si no descargaba – i m m e d i a t e l y – antes de 10”, 09”, 08”,  07”  el urgente anti vi rus , to do mi con tenido   s e   p e r d e  r   i  …  x …. +

F I N

* No pongo el link para no perjudicar a mis lectores

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