Ocho grados

a Charles Francis Richter (1900-1985)

A Carlos Francisco Ricardez le cambió la vida cuando en su peor momento, cuándo parecía que ya nada más malo le podía suceder, se le vino la casa encima y quedó atrapado, desnudo y recién bañado, milagrosamente a salvo dentro de su armario. Fue una húmeda y fresca mañana del 19 de septiembre de 1985 en la entonces incrédula ciudad de México. Tres días y tres noches después, ayudado por un perro y dos heroicos bomberos, salió intacto de los escombros convertido en una persona diferente, bastante más sensible, alegre y optimista de la vida.

Según cuenta Francis, como se hizo llamar desde aquél día que salió del closet, fue como una sola noche eterna en dónde lo único que podía ver por momentos era su reflejo en el espejo con la luz de su celular sin señal y con menos de media carga de batería, misma que le duró, a instantes, las más de setenta horas de penumbra que estuvo ahí adentro, incomunicado, temblando, sólo con su consciencia.

Cuenta Francis que su trascendental transformación fue intermitentemente intempestiva, y a la vez traumantemente reveladora. Lo primero porque frente a su espejo, se disparó ocho documentados  selfyflashazos casualmente cada ocho horas exactas y lo segundo porqué descubrió desconcertado como iba primero desconociéndose en su cruda falsedad y después reconociéndose en lo que resulto ser su verdadera realidad . De entrada, extrañado por si mismo y de salida, deslumbrado por su brillante destino.

Los que lo conocimos antes y después, sabemos que fue para bien y que lo vemos ahora mucho mejor. Lo que sucedió bajo los escombros y en la penumbra sólo ella lo sabrá y a quien quiera que le comparta sus fotos.

F I N

 

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