blasfemia

La conveniente creencia de la existencia de dios en el dogma católico, ha causado incontables males. Entre los peores de todos, el de haber puesto al mismísimo demonio del celibato, en la mente torcida de los sacerdotes poseídos, víctimas de su necesidad terrenal y necedad celestial. Obedientes a la ley de Pareto, solo una minoría de estos infelices, se exime de ser homosexuales de armario, escondidos en sus negras sotanas atrás de oscuros confesionarios, desde ahí adentro por siglos asechando y abusando a inocentes, negando en complicidad la infamia de su cobarde pederastia.

Nada explica una conducta tan maligna, más que la creencia ciega de la evidente omnipresencia de un supuesto ser todopoderoso, que se manifiesta egoísta sólo mediante la sesgada interlocución de estos viles emisarios pecadores, mismos que son capaces de predicar sin el ejemplo y de adoctrinar a los creyentes con falacias, como la de que el hijo de dios fue engendrado por una virgen inmaculada, sospechosamente preñada por un espíritu santo y después éste divino encarnado fuera martirizado y crucificado, con el único fin de que los futuros fieles difuntos se merezcan el perdón y la gloria eterna.

Obsceno y absurdo cuento el que conspiró la iglesia, pobres ilusos los que han creído en la resurrección y el más allá. Que dios los acompañe.

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