a la calle

Creyéndose un soltero congruente, Pablo adopto un perro corriente para disimular su evidente vicio de hablar sólo por la calle.

Con el tiempo, por conveniencia se entendió con una amiga disponible que se ofrecía dispuesta, en su ausencia, a cuidar y sacar al perro antes de la calle a la calle.

Diario dando la vuelta de mañana y de tarde, como se debe recogiendo púdica y escrupulosamente su mierda, la del perro corriente, en fina y mínima bolsa degradable.

Desagradable encargo que resulto impagable.

Ahora Pablo, vive como perro sin dueño sin poder hablar sólo ni en su casa, ni en la calle. Su mujer, antes su amiga ahora nada disponible, cuando lo oía en ameno monólogo, lo amenazaba con largarse con todo y perro.

Pobre Pablo se quedó sólo, degradado, sin perro que le ladre, sin nadie que le escuche, hablando sólo.

De haber sabido lo hubiera llevado al hotel de perros,

noleaúnque suene corriente.

F I N

 

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