los ojos en blanco

Resulta que la digitalización, la robótica, la inteligencia artificial y la bioingenieria genética, han determinado la forma de interactuar del hombre con sus semejantes, con su medio ambiente y con la tecnología supuestamente a su servicio, y este fenómeno aparentemente normal, va de la mano con la inevitable evolución orgánica o selección natural de nuestra especie, de forma tal que, en el futuro, todo el mundo terminará, literalmente, rascándose los huevos.

Para allá vamos sin duda, basta observar cómo hoy los individuos vivimos “la vida” a través de nuestros pulgares, sintiendo y controlando el “excitante mundo externo”, a través de un dispositivo digital que descansa anatómicamente sobre nuestros, hasta ahora cuatro dedos restantes, entrelazados, sin fungir ninguna otra función que amerite su existencia.

La transformación evolutiva se daría lógica, acelerada y naturalmente. A la vuelta de dos generaciones se logrará prescindir de todo dispositivo intermediario y conectar directo; la corriente neuro-eléctro-química que nos fluye en la conciencia, con la comodidad del ciberespacio.

En el punto de inflexión crítico, se descubrió que el escroto podía ser programado,  a manera de touch screen hiper-sensitívo. Y sería entonces posible, acceder y controlar la realidad alterna, sin tener que mover más que los dos dedos contrapuestos. Con la mirada puesta adentro, sin nada que ver afuera.

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