Tropa

Llegamos a la cita los de siempre, los que afortunadamente quedamos atrapados ahí en la incondicionalidad, los que por inexplicable convicción nunca fallamos al llamado de cada año, desde hace cuarenta, por lo menos.

Esta vez llegamos ocho asiduos individuos, con más de veinte apodos sobre puestos, casi todos por Milu, a quién también le apodaban. Luck, German Valdez,, Negro, Lux… según quién lo nombrara : Ya fuera El Ingeniero, El Pípila; o era el Pelos, o el Gordo, Jakes, Lázaro; o a la mera era El Doctor, Mareos, El Dr. Ateos, Yuyis, El Cabeza; pudiendo ser también La Tía, Yañez y Charly, O era Chicha, chicharrón, Mefisto, o también, Madrigal, El Compadre, o El Chepas, Tacho… y encima los que se pusieran en el presente momento conmemorativo.

El caso es que el escaso grupo, celebraba la vida en grande, como una célebre concurrencia de gente recurrente, acompañada en este caso, de sus pseudónimos aleatorios.

¿Cuál era la goma que mantenía cautiva a la tropa? ¿Cuál el objeto de ceder el tiempo por una causa absurda? ¿Cuánto más era posible? ¿ Es una circunstancia inmerecida?

La costumbre de morir de risa, la incapacidad de ofendernos, la compatibilidad de nuestras patologías, la disparidad de los disparates, la codependencia de nuestras manías o nuestras personalidades adictivas. Qué importa lo que fuera, el caso es que se daba por hecho y nadie lo cuestionaba. Nos ateniamos agradecidos a lo que había.

Yo reconozco y presumo que soy un privilegiado sin mérito alguno, solo la fortuna de estar en el lugar y el momento exacto. ¿Quién revolvió la baraja ? Cómo fue que tuve la suerte de no cambiar las cartas que me tocaron de mano, cómo estuvo que me quedé con mi pachuca de cuates arriba, sin descartar ninguno, sin cambio alguno. Me planté y aposté mi resto. Lo inconcebible es que todos de mano traíamos pachuca y la mía resultó imperial.

De pendejo la cambio por nada.

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