Misericordia

Supe de tres compas sesentones que solían presentarse de impostores en desangelados servicios funerarios como grandes cuates del difunto, con el recreativo y desinteresado afán de condimentar el recuerdo del desconocido occiso y asombrar a los incrédulos asistentes al triste y desalmado homenaje.

Dispersos y cada uno desde su postura los impostores, sin pena divulgaban a los dolidos sobrevivientes, supuestas historias de gloria del dichoso muerto en vida.

_Lo siento mucho Señora, Juan José su marido, mi mero amigo del alma, siempre la puso cómo una santa, ahora que la veo me explico porque nunca la quiso involucrar, perdón… presentar… es usted muy distinguida y muy joven para mi compadre que en paz descanse….

-Con todo respeto para usted y para su hermana, ¿le puedo decir comadre?, aunque ya se nos haya ido el compadre.-

– Señor es mi hija, gracias por el cumplido… cómo dice usted que se llama? Nunca nos hablo Juanjó de usted -.

– Comadrita, soy Lorenzo pero de cariño me pueden decir Güero, como me decía Juancha… así le decimos a él en el billar, era muy discreto y algo especial, muy querido y respetado por todos, nunca le saco la vuelta a nada, le entraba con todo a todo y nunca lo vi perder una apuesta.-

– Disculpe no le entiendo, cuál billar, a que dice que le entraba mi esposo… apuesta de qué me habla?

– No se angustie, esta usted agobiada comadre. La acompaño en su dolor. Espero que en algo le consuele saber que su marido tenía mucho amigos, solo yo y aquellos dos buenos panada pudimos venir los demás andan muy emproblemados y no se andan exponiendo por nada. Nada que ver con Juancha que siempre dio la cara ante todo.-

– Señor, no estará usted equivocado de persona? Mi esposo era muy tranquilo, un hombre serio, nunca hubiera imaginado lo que me dice.. perdóneme estoy algo confundida… me disculpa, quisiera ir a acompañar al Padre Marcial –

-¡A que mi Juancha tan reservado que no le contaba nada!…Y mi ahijada guapa cómo se llama? No se vaya preciosa, déjeme le cuento unas historias de su Papá…-

Al mismo tiempo, al otro lado del solemne velatorio:

– Me extraña que no hallan mariachis, a Juancha le encantaban y cantaba muy bien las de Juanga. Que bonitos recuerdos nos dejo mi hermano postizo lo vamos a extrañar demasiado-

Bueno y así con varios de los supuestos deudos, hasta que se empezaban a despedir los últimos en llegar. Habiéndose para entonces y gracias a las licencias biográficas introducidas y a la desinteresada intervención a la verdad de estos valedores, se había ya revalorado en mucho el devaluado legado del modesto personaje en cuestión.

Me parece que la presencia de estos tres singulares y amenos aparecidos, justo en la culminación de una vida por demás inútil era milagrosamente una gran bendición para todos.

F I N

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