contrasentido

He estado últimamente viendo, por fortuna no viviendo, muchas historias de narcos, es evidente que el tema está en donde quiera. La leyenda de las narco-celebridades, se hace pública en todos los medios y formatos posibles: Tele, historietas, libros, videoclips, documentales, películas, corridos norteños, gruperos y regetoneros. Estamos colmados de cuentos de capos cártel-eros. Yo me contuve, hasta que tuve que caer en la tentación de la cartelera de antier en Netflix.

Caí entonces en cuenta de que, como en cualquier historia verdadera o no, siempre hay héroes, villanos, víctimas y cómplices. Lo dramático es que, en las de narcos, se invierten los papeles: Los malhechores son los buenos y la autoridad es mala, son los corruptos y los sinvergüenzas. Y en medio del fuego cruzado, quedamos los televidentes, contribuyentes, derechohabientes, ambulantes, desempleados y por supuesto los consumidores, todos terceros perjudicados por ambos lados. Atrapados entre los violentos ajustes de cuentas que genera el crimen, organizado entre el  gobierno en turno, los supuestos guardianes del orden, los mandos  militares, policíacos y demás secuaces ministeriales, todos juntos organizados en contubernio con los nobles narcos. Sin quedarse fuera del bizne el pinche-gringo mafioso, el insaciable adicto americano y el mercenario traficante de armas Made in USA.

Éste tipo de trama, transmite al aire y a los cuatro vientos, que los narcos tienen sentimientos y buena voluntad. Resulta que es gente luchóna, que se ha sobrepuesto a graves condiciones de marginación y han salido adelante por su emprendimiento de huevos, por su atrevida valentía y astucia temeraria. Aparecen como ejemplo de éxito, hombres de honor, de palabra, fieles a los valores de la familia. Son los protectores de las plazas y los generosos generadores de empleo y oportunidades para los chavos vagos, para los viejos pobres y los nuevos ricos. Son al parecer, hasta bien parecidos, pero mal nacidos, víctimas de nuestro desprecio y perverso sistema nacional.  ¿Qué hay de malo en esto? Si no fuera que es ilegal, insano e inmoral. ¿Es esta nuestra guerra legítima o es una enorme y lucrosa farsa?

En contrasentido, los otros, los que deberían ser los buenos, los institucionales, los uniformados; aparecen en estas historias y parece que también en la realidad, como los verdaderos rufianes, los tranzas, los traidores, los culpables de la injusticia y la violencia.

Yo no sé, pero ahora me sé, muchos más nombres y episodios de narcos célebres y políticos rateros, que de honorables paladines de la ley.  ! Que pena con mi país !  

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *