ambición cero

Ambición es:  -un deseo intenso y vehemente de conseguir una cosa difícil de lograr, especialmente riqueza, poder o fama.-

En qué momento claudiqué de adquirir más y mejores cosas de valor material, reconocimiento social o validación propia. Abdicar de lujos suntuarios que ocultan las carencias esenciales de quién las sufre, muchos de estos objetos, por desgracia, alcanzables con cuantiosas dosis de estrés asintomático o no, o de costosos sacrificios de conciencia.

A los diez y nueve, a contracorriente y contraindicado, elegí para orientar mi futuro, La Metro en contra de La Anáhuac, la primera en Azcapotzalco la segunda en Interlomas, la de gobierno a  unos pocos pesos el trimestre, la privada a mucho más el semestre y en ese entonces, para mi, con poca realidad significativa. La universidad seleccionada, socialista y atea. La desestimada, burguesa y legionaria.

Sin embargo, a pesar de la tendencia marcada, a mitad de la carrera, producto de mis contactos, vocación creativa y disciplina estoica, ya estaba ganando algo de dinero para gasolina y golosinas, terminando la licenciatura, me casé por lo civil con mi novia de prepa y nos hicimos de un oportuno departamento en las Lomas producto de mi legado acomodado.

En mi carrera profesional, hasta ahora, siempre me he mantenido con ingresos personales suficientes, con buenos socios, integrando equipos competitivos, formando una empresa sustentable en lo económico y en lo fiscal, aportando hasta el final, lo que ha demandado la comunidad y el mercado. Haber escogido un oficio creativo y haber desarrollado una bien parecida imagen de gente inteligente y decente, me ha permitido colaborar hasta la fecha con los colegas y empresarios más talentosos que yo conozca.

Hace veinte años, habiendo hecho un despacho con mérito en marcha y con la renta de mi cotizada residencia en dólares, me permití animarme a vivir un tiempo sabático en California. Increíblemente me acomode en familia en una casa de sueño, frente al panorámico pacífico americano, en la inclusiva y avanzada cultura de Del Mar.

De lo único que se me antojó comprar llegando, fué un básico pero presuntuoso descapotado, encontré seminuevo un flamante convertible Mazda Miata Rojo dentro de mi presupuesto y sin mucho pensarlo compré el codiciado dos plazas, con lo que obtuve de la previa venta del auto desocupado en México. Sin embargo al día siguiente, decidí cambiarlo por un aburrido Ford Mistique blanco de cuatro puertas, simplemente para poder transportar a la familia cuando hiciera falta.

Fué ahí creo yo, como dije arriba, donde me quité de la absurda y macha competencia de presumir quién la tiene más grande o quién la llega más lejos. Tengo que reconocer, otra vez sin embargo, que cuando se me cansó la ambición perene, me siguieron sucediendo eventos afortunados que me han permitido, sin gran dificultad, otra vez vivir mejor de lo que he soñado.

No necesité ya más de símbolos de éxito ni constancia de capacidad de consumo, no creo ya en la infinita búsqueda de la felicidad en venta. Para muestra… un botón desabrochado de una vieja playera consentida, caminando sin prisa sin miedo y sin reloj… con sombrero propio saludando amable a todo quien me reconoce conocido.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *